“Tendría yo 8 o 10 años (…) Nos habíamos escondido una niña de mi misma edad y yo. Estábamos metidas en un arca manchega o en un hueco de una escalera, no lo recuerdo muy bien, pero sé que era un sitio pequeño y oscuro. De repente, noté sobre mi vestido un dedito que me tocaba y la niña que me decía: “Ssssshh..que no nos vea nadie.” Y cogía el dedito y me daba alrededor del pezón. Yo me sentía rara…no ofendida, pero noté una sensación extraña de curiosidad y de rechazo. No era nada lésbico (…) pero para las dos fue una iniciación sexual.” Sara Montiel (Sara y el sexo)
Así de llana y franca se mostraba nuestra Saritísima en el inefable y muy cachondo libro de recuerdos sexuales que publicó allá por 2003 después de la gran acogida comercial que habían tenido sus delirantes memorias, cuyo título Vivir es un placer homenajeaba la mítica interpretación, susurrante y muy carnal, que había hecho del tema Fumando espero en el colosal hito cinematográfico que la convirtió en estrella: El último cuplé.
En Sara Montiel terminó conjugándose de forma pluscuamperfecta la fascinación de su imagen icónica de beldad sufriente (TOMA FRASE REDICHA), sensual y cantarina de sus popularísimos melodramas de los años 50 y 60 con la personalidad surrealista y al tiempo muy terrenal que comenzó a exhibir impúdicamente en su madurez. Con ello, lejos de quebrarse el mito de nuestra manchega más universal (Sara, no Pedrito Almodóvar), éste se vio enriquecido por una dimensión humana donde campaban a sus anchas lo kitsch, lo camp y lo paleto, todo aquello que tú sobrellevas indignamente cuando combinas licra y lorzas
Para muchos de vosotros, exitosos yogurines del Wapo que os perfiláis la línea de la ceja al modo Montiel sin saberlo, Saritísima puede que no sea más que aquella octogenaria con pinta de travesti del Raval que grabó con Fangoria Absolutamente, o la estrafalaria ancianita que contaba impertérrita en todas las televisiones cómo su último y joven marido, un cubano con pluma rancia y aires de Libertad Lamarque, le gemía “este huevito quiere sal” cuando quería hacer el “amol”. Pero, al igual que debe hacerse con todo, juzgar la persona/personaje de esta mujer inigualable sin contemplar en perspectiva la manera en que se erigió en monumento a su autenticidad y talento conduce a distorsionar la verdadera trascendencia de su figura irrepetible.
He aquí algunas de las muchas razones por las que gran parte de generaciones veteranas (integrantes en su mayoría del nutrido grupo de hunters y perseguidores de esos jovencitos de pecho firme, vientre liso, felpudo depilado y ceja perfilada del Wapo, Bender, Grindr, Hornet, Gossier…) idolatra a Sara Montiel:
- En unos tiempos en los que Penélope
diseño para Mango Cruz ni estaba en el pensamiento de sus futuros padres, Sara hizo ya su particular conquista de Hollywood rodando allí Veracruz de Robert Aldrich junto a Gary Cooper y Burt Lancaster, Dos pasiones y un amor dirigida por Anthony Mann, su primer marido, y Yuma de Samuel Fuller con Rod Steiger y Charles Bronson.
- En Hollywood recibía en su casa a Marlon Brando muchas mañanas con el único propósito de hacerle huevos fritos con ajos.
Clavel «pa» que no me cante el aliento a ajo
- Estuvo a punto de acompañar a James Dean el día de su fatídico accidente de coche.
- Unos años antes de que Elizabeth Taylor lograra cobrar un millón de dólares por rodar Cleopatra , la Montiel se convirtió en la actriz mejor pagada del mundo gracias a La violetera, película que hizo inmediatamente después del abrumador éxito internacional de El último cuplé.
- Marlene Dietrich la enseñó a maquillarse, aleccionándola sobre el milagro que operaba una media puesta en sobre la lente de una cámara a la hora de que la retraten o filmen a una (ahora os vemos a todas corriendo a haceros un selfie con una media puesta en el móvil)
- Greta Garbo se duchó en su casa…(No consta que antes, durante o después hubiera “dedito” en el pezón)
- Perdió la virginidad a los 17 años con Miguel Mihura con quien, además, descubrió el “gran orgasmo” (Sara dixit): el vaginal.
- Con Ernest Hemingway tuvo “sexo animal”, nada extraño dado que siempre calificó al escritor como “un toro” (agitad un poco la neurona auxiliar y echad a volar la imaginación…eso sí… porfaplis. hacednos el favor de no abandonaros al “explótameexpló” antes de terminar el artículo)
- En 2002 protagonizó un sonado spot de los MTV Europe Music Awards riéndose de sí misma.
- Durante el rodaje en los exteriores desérticos de Veracruz capitaneaba redadas de serpientes para matarlas a pedradas.
- Le salvó la vida a Jackie Kennedy en cierta ocasión que iba sentada junto a ella en un avión y la ventanilla del lado de la famosa primera dama norteamericana “reventó” en pleno vuelo: “Agarré mi bolso, cubrí el hueco roto y evité que muriera.” Moraleja: Nunca voléis sin vuestra última imitación de Louis Vuitton…cuestión de supervivencia.
- Marujita “uñas de velociraptor” Díaz dio testimonio de que Sara le había contado cómo durante un paseo había resbalado y se había ido rodando hasta caer en el Canal de Isabel II, de donde salió milagrosamente gracias a su pericia como nadadora. Ella y Esperanza Aguirre son los únicos seres que sobrevivirían a algo así.
- Su desnudo en Interviú con un posado célebre en una piscina, ataviada y rodeada de flores con sus pezones enhiestos emergiendo de las aguas floridas bajo el título de “Las domingas de Sara Montiel” es digna de conservarse en el Prado.
- “Nunca me he masturbado, no me ha hecho falta”… Sin palabras.
- Y por ponerle algún término a esta sucesión de motivos por los que rendir pleitesía a la bella de Campo de Criptana mencionaremos uno de sus mantras: “Hay que practicar sexo todo lo que se pueda.”
Sara…siempre Sara…Saritísima….Ya lo dijo en su día Mario Camus: “Lo suyo no era ser actriz o cantante, sino otra cosa: Estrella.”… Estrella con pezón en el recuerdo.