lunes, diciembre 4, 2023

Himnos gays: «Jolene» de Dolly Parton. El himno de las maricas white trahs

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  • El famoso tema de la cantante country tiene un punto lésbico.

¿Hay algo menos gay que la música country? Vale, sabemos que a muchos os gustan los hombres con olor a vaca, pero tampoco vamos a meternos en los fetiches ajenos. Pero más que a un tío con barba mal cuidada y un gusto horrible para elegir camisas de cuadros, supongo que preferirías ser la chica del saloon dispuesta a llevar cerveza a rudos vaqueros, mientras recibe epítetos obscenos y algún que otro pellizco para, al final de la noche, encamarse con alguno de ellos… ¡O con todos! Claro, entonces tendrías que ser una mujer dulce como la miel de palma, sonrisa de buena chica de las montañas, pelo más rubio que ricitos de oro y… tener unas enormes, enooooooOOOOooooormes tetas.

Y todo natural, nena. De operada, nada.

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De todo eso tiene una de nuestras más y mejores amigas, Dolly Parton, cantante country, compositora, guitarrista, actriz e icono gay (algo sobre lo cual ella es la primera sorprendida… bueno, quizá no tanto…). Dolly no solo es una de las más grandes estrellas del country de todos los tiempos, también es una de las personalidades más importantes de la cultura americana de la segunda mitad del siglo XX, y es que además de cantante también ha demostrado ser una muy buena actriz. La Parton tuvo un mega éxito en 1973 con el tema que nos ocupa, Jolene, compuesto por ella, que ha conocido muchísimas versiones, que sigue siendo su canción-faro, cuya letra  recoge el lamento de una abnegada mujer que suplica a la tal Jolene que deje a su marido en paz. Wow, yeah, desde luego, todo es muy marica.

A ver, ahora estoy como más… reciclada.

Dolly Rebecca Parton nació en Sevier County, Tennessee, Estados Unidos, en 1946 (en la era de Internet, todos tus secretos están expuestos, nena, hasta el de la edad), un lugar montañoso que, como todo Tennessee, está poblado por vacas y leñadores, donde una mujer es una mujer; un hombre, un hombre y un negro, un negro. Hala, al pan pan y a la vaca, cuernos. Sevier County está situado en el sureste americano, no lejos de Nashville o Virginia y a unos 1200 kilómetros de Nueva York.

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Nuestra heroína creció en una familia de clase baja, de padre granjero, madre ama de casa y con unos doce hermanos. Su familia era pobre y sucia, como ella misma ha dicho muchas veces y con un fuerte raigambre religioso; eran de la iglesia metodista. Precisamente en la iglesia fue donde Dolly dio sus primeros pasos como cantante, a la edad de seis años. Su pasión por la música era tal que su tío Bill Owens le regaló su primera guitarra dos años después, con la que Dolly aprendió los primeros rudimentos de las seis cuerdas. La voz de Dolly fue reconocida en todo el condado, así, fue invitada a varios programas de radio, grabó algunas canciones y conoció a grandes personajes de la música country como Johnny Cash.

Dolly con doce años. Las malas lenguas dicen que ya entonces se le veía el camión. (Sigan leyendo y sabrán a qué nos referimos).

Pero todo eso era poco para Dolly y, tras graduarse en la high school de marras, y ante el penoso plan de su pueblo, que le auguraba un futuro de casada con un primo hermano, parir hijos como una coneja y terminar malviviendo en una caravana y con tatuajes en las tetas, prefirió largarse a Nashville, cuna del country, a probar fortuna. Primero, fue apreciada como compositora, firmando, a pachas con su tío Bill, el que le regaló la guitarra, canciones para artistas del momento como Skeeter Davies y a luminarias del palo del gran Hank Williams, Jr. Pronto vendría el primer álbum a su nombre, Hello, I’m Dolly, en 1967, el año dorado del pop, el verano del amor, la psicodelia, el hipismo y el Sgt. Pepper de Los Beatles, pero nuestra Dolly, ajena a todo ello, hizo el álbum que se le pedía a toda buena chica de las montañas de Tennessee: un L.P. que bebía directamente de las fuentes asentadas y ya tradicionales de la música country, sin atisbo de pop, mucho más influenciada, además, por el incipiente folk-rock de Fred Neil, Phil Ochs o Karen Dalton que por lo que estaban haciendo compatriotas suyos en el rock americano fusionado con el country: The Byrds, Buffallo Springfield o The Grateful Dead. Ni caso a la Costa Oeste de esos hippies peludos. Entre finales de los sesenta, principios de los setenta, Dolly tendría varios éxitos como Coat of many colors o My Tennessee mountain home (canciones dedicadas a su familia), pero no llegó realmente a pegar duro hasta Jolene, canción que fue la primera en salir del gueto de las listas de country.

El single original estadounidense de 1973.

Como hemos dicho, Jolene trata de una mujer, sumisa ama de casa (que sabemos que a alguna os gusta eso), que ve cómo su hombre está a punto de verse perdido por una tal Jolene, que debe de ser una vamp de película: Jolene, I’m begging of you please don’t take my man, (Jolene, te ruego que no te lleves a mi hombre) pero esta pobre mujer en realidad parece admirar tanto a la tal Jolene como la adora el propio marido: Your beauty is beyond compare/With flaming locks of auburn hair/With ivory skin and eyes of emerald green (Tu belleza está más allá de toda comparación/con tu llameante pelo rojo/piel de marfil y ojos de esmeralda), y así los escasos 2’41» que dura la canción, en la que Dolly no hace sino deshacerse en elogios ante la belleza peliroja pero, eso sí, ante los ojos de la comunidad country, lo que ella hace es salvar al marido de esa pelandusca, de esa meretriz, de esa hija de siete putas. Total, que la Dolly por un lado quiere recuperar a su marido pero, por el otro, le baila el ojo a la Jolene.

Dolly antes de ira a clase de corte y confección con unas amigas.

Al parecer la canción tiene su miga, pues está basada en un episodio que pasó a Dolly con su entonces marido, Carl Dean: una noche, después de casarse, andaban por ahí y una mujer voluptosa se acercó a su esposo y empezó a flirtear con él. Asimismo, el nombre de Jolene lo cogió Dolly de una fan con la que la cantante tuvo algo así como una relación más allá de la de diva-admiradora que pide un autógrafo. Jolene fue un gran éxito más allá de las fronteras country y sigue siendo el gran tema y la canción por la que se conoce a Dolly Parton. Pronto, su figura pequeña, embutida en unos brillantes trajes, un pelo platino a lo Jean Harlow y ese impresionante melonar que asusta más que encanta, fue haciéndose muy famosa a medida que se multiplicaban las verisones de esta estupenda canción, como las de Olivia Newton-John, Miley Cirus, Las Chicas del Can (¡ay!), The Sisters of Mercy, The White Stripes o la de esa gran marica mala de Roger Smith, de la serie American Dad/Padre made in USA.

Dolly luego tuvo muchos más éxitos, I will always love you, 1974, que luego cantaría Withney Houston; la canción escrita por Donna Summer Starting over again, 1979 o el tema 9 to 5, en 1981, para la peli del mismo título (que en España se llamó Como eliminar a su jefe) , o su gran dueto con Kenny Rogers, Islands in the Stream, escrito por Barry Gibb, de los Bee Gees. Todos estos mega-éxitos  la convirtieron en una estrella mediática del pop para las masas, le reportó una gran fama y enormes cantidades de dinero durante los años 80, sin embargo Dolly miraba atrás con nostalgia, a sus tiempos de country, blues y bluegrass y, sí, sabemos que a ti te gusta lo más petardo, pero aquí la muchacha resulta que es una artista con raíces.

¡Ay, Kenny!, ¿pero cómo no te voy a hacer la cobra con esas viejas barbas cazallosas que tienes?

Durante los 90 volvió a la guitarra y a las canciones tradicionales de su América. En 1987 grabaría un álbum con dos viejas compinches de la música country, Linda Ronstadt y Emilou Harris que, bajo el nombre de Trio, grabarían un primer álbum en ese 87 y, doce años después, el segundo y último. También, revitalizaría su carrera como folk-Singer y compositora gracias a discos como White Limozeen, colabora con Kris Kristofferson o Cat Stevens, participa en el disco de la organización Red Hot, para ayudar a los damnificados del SIDA, Red, hot + country, asiste al entierro de Michael Jackson y aún tiene tiempo de lanzar su propio parque temático: Dollywood.

En Estoy Bailando ya estamos haciendo una colecta para ir a tu reino, Dolly.
¡Venid, tiernas mancebas!

Y su carrera no estuvo, también, exenta de rumores. Siempre se dijo que Dolly tenía una cierta querencia por las personas de su propio sexo.  A lo de ser de izquierdas (participó en la campaña de Jimmy Carter a finales de los setenta), luchar por la causa de los afroamericanos o posicionarse a favor de los homosexuales, hay que añadirle el ya viejo romance que se le atribuye con su amiga del alma, Judie Ogle, amiga de la infancia que, según los correveidiles country, que también los hay, muchas veces ha sido más que amiga. Dolly siempre ha desmentido que hubiera algo erótico con su superamiga, pero lo cierto es que algo hay, especialmente porque, aparte de la abundante información que hay en la web (busca, perraca, no nos seas vaga), hay que añadirle el que la Parton tampoco ha sido muy férrea en cuanto a esto. Ambigüedad hay para dar y tomar.

Dolly, izquierda, y Judy. ¿Hubo idilio? ¿Se comió todo el bullullo o no se comió nada?

Y, en fin, nuestra Dolly sigue sacando discos y dando conciertos, mientras, a sus setenta años, está tan estirada y recortada que ya no parece ella, pero bueno, la queremos igual. Por siempre Dolly.

 

http://youtu.be/b9re90HG2dw

PD: Como bonus track no puede faltar su duo con Miley Cyrus:

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Refrescos Pepito
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