Qué campanazo aquel día cuando dijiste en tu casa que lo que te gustaba del fútbol no era su espíritu deportivo sino los vestuarios tras los partidos, llenos de vaho y de toallas húmedas apretadas a cuerpos desnudos, de piernas fuertes y abdominales peludos perdón, que me caliento. Pero en el hogar de Fermín la noticia no es que a él le guste vestirse de Blancanieves ni jugar con la muñeca Nancy de su amiga Rebeca, no, la verdadera drama-queen ha sido su padre que ha dejado su trabajo en un taller mecánico en Barcelona para irse hasta la capital del reino de los maños, ¡¡¡por un hombre!!! ¡Qué sinvergüenza! ¡Cuánto le envidiamos!
A lo mejor es que dos reinas bajo el mismo techo esto suena a reality iba a ser demasiado. En cualquier caso, da igual. Pero eso sí, a pesar de la distancia, de tal palo, tal astilla. Que no sabemos si será el karma, la mala suerte, o la vida que es muy perra para todos, pero tanto el padre como el hijo las pasan de Caín en algunos momentos. Ese es uno de los aciertos de Rubén Guallar en esta novela corta, como nos lleva del mundo infantil al adulto para mostrarnos qué circunstancias son las importantes en cada momento de nuestras biografías. Como construimos los sueños en nuestra más tierna infancia y como pasados los treinta nos damos de bruces, de hostias y de golpes por todas partes para intentar que aquellas ilusiones se conviertan en realidad.
Rubén, ese hombre que escribe de manera inevitable, ha ambientado esta historia en 1984 a través de algo que os va a llegar al corazón. Una de las cosas que no puede sacarse de la cabeza Fermín es Lady, lady, ¡la canción con que ese año España participó en Eurovisión! ¡Qué grandes los Bravo que nos llevaron hasta tercer puesto! Pero cuidado que no todo es ilusión de colores y sueños de fantasía. En su colegio el bullying está a la orden del día, y oír la palabra maricón como insulto es de lo más habitual. Súmese a esto algo aún más aterrador, el abuso sexual… Y aunque no es lo mismo, en el terreno de los adultos, los celos, la mentira y el engaño son tan o más protagonistas que los abrazos, el compartir tiempo juntos y el tener un proyecto de pareja.
El señor Guallar, le hablamos por un momento de usted que nos impone mucho y nos gusta ser sumisas, sabe cómo combinar la comedia con lo dramático, lo naif con lo serio, lo liviano con lo trascendente,… ¿Puede haber algo más completo? Si la respuesta es un sí, espero que la compartáis conmigo. Pero como casi seguro que no tenéis un ejemplo, yo os digo algo que sí lo es, Mi padre se fue con un señor de Zaragoza.
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