El ser humano más maravilloso del mundo está a punto de publicar unas memorias en las que cuenta las cosas complicadas que le han convertido en el ser humano más maravilloso del mundo.
Cuando tú le das al play a un capítulo de Queer Eye en Netflix te preparas para pasar un buen rato, echarte unas risas y, obviamente, llorar como una Magdalena. Porque cariño, si no has llorado viendo Queer Eye es que no eres un ser humano funcional. Estás muerta por dentro.
Pues si te compras las memorias que Jonathan Van Ness, el mejor de todos los Fab 5 (sorry, not sorry), está a punto de publicar… Prepárate para shorar. Y para echarte unas risas y, sobre todo, para descubrir que detrás de esa sonrisa perpetua y esos Can You Believe? que ya hemos adoptado como lema de vida hay una historia bastante complicada.
En una entrevista a The New York Times hace unos días, Van Ness explicó que necesitaba que el libro no se andara con delicadezas a la hora de hablar sobre algunos de los episodios más difíciles de su vida: «Es duro para mí ser tan abierto como quiero ser cuando hay algunas cosas que no he compartido públicamente. Hay cosas que necesitan ser habladas.«

Una de las cosas de las que Van Ness hablará en su libro serán los abusos sexuales que sufrió siendo un niño a manos de un chico mayor de su Iglesia. O de cómo el trauma que eso le generó hizo que se metiera en una espiral de autodestrucción en la que, (esto no va a sorprender a ningún marica de cierta edad) hubo mucho sexo con señores mayores, muchas drogas durante la época universitaria y el intercambio de sexo por dinero para pagar esas drogas.
A los 20 y poco era adicto a fumar metanfetamina y eso le llevó dos veces a rehabilitación; y a los 25 años, trabajando en una peluquería, se desmayó mientras le hacía las mechas a una clienta y en el hospital le revelaron que era VIH+. «Ese día fue todo lo devastador que crees que pudo ser«, explica Van Ness en el libro.
«Cuando se estrenó Queer Eye, fue realmente difícil porque pensaba: ‘¿Quiero hablar sobre mi estado serológico?«, explica en la entrevista del New York Times, «Y entonces pensé: ‘La administración Trump ha hecho todo lo posible para que la estigmatización del colectivo LGTB+ se dispare a mi alrededor. Siento que necesito hablar de esto.«
Van Ness lleva años sin probar las drogas y ahora está perfectamente sano (porque sí, aunque a alguno se le han puesto las neuronas más nerviosas que Bad Gyal en su primera comunión, una persona VIH+ puede estar sanísima), y se describe a si mismo como «un miembro de la preciosa comunidad VIH positiva». Pero eso no quita que le ponga nervioso revelar su estado, algo que puede (o no) que veamos en el reality: «Estos son temas difíciles sobre los que hablar en un reality de makeovers sobre pelo y maquillaje. Eso no significa que Queer Eye sea menos válido, pero quiero que la gente entienda que nunca estás demasiado roto para ser reparado.«