- Un buen medido espectáculo donde destaca sobremanera el trabajo de la actrices.
- En el Teatro Lara de Madrid hasta el 26 de agosto.
La labor, la entrega y el arrojo de Ana Azorín, Patricia Bertrand, Inés Kerzan, Ángela Peirat y Elisa Pelayo resaltan los excelentes textos que sustentan estas cinco historias sobre la sexualidad y el amor de acento femenino: historias difíciles, peculiares, polémicas pero en las que casi cualquiera se puede ver reconocida/o.
Un escenario desnudo es suficiente para que las actrices (vestidas todas iguales para acentuar el anonimato, para ser ese «todas somos una chica») lleven a buen puerto estos textos que hablan sobre algunos aspectos oscuros del amor, el sexo y el deseo. La autoría de las historias se reparte entre Sandra Pedraz Decker, Marta Mangado y Ramón Paso (a la sazón, también director de la obra) y se nota, pues los textos de Paso son ásperos, brutales y acaso calenturientos de más (la oblicua y equivocada mirada masculina sobre-lo-que-cree-que-es-el-universo-femenino), mientras las historias escritas por Pedraz o Mangado son más sutiles, más introspectivas y difíciles de comprender por una mente masculina.
Son peros pequeños que no empañan una estupenda función. La dirección es precisa y certera como un láser y es de hacer notar el inteligente juego escénico y los movimientos medidos de las actrices, que convierten el páramo desolado del escenario en el decorado perfecto para cada ocasión.
FICHA:
El síndrome de los agujeros negros.
COMPAÑÍA: Paso-Azorín Teatro
TEXTO: Sandra Pedraz Decker, Marta Mangado y Ramón Paso.
DIRECCIÓN: Ramón Paso.
INTËRPRETES: Ana Azorín, Patricia Bertrand, Inés Kerzan, Ángela Peirat y Elisa Pelayo.