lunes, diciembre 4, 2023

A por ellos

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Tengo que reconoceros que no es fácil para mí escribir este artículo. Y si no lo es no es porque me sorprenda que en el parlamento andaluz haya doce diputados de extrema derecha. Ni tampoco me cuesta porque tanto PP como Ciudadanos estén planteándose la idea de pactar con una fuerza de ultraderecha para gobernar Andalucía. Me va a resultar complicado escribir este artículo porque me estoy descojonando de risa. Porque como dijo la filósofa y gogó aficionada Ylenia: Solo me queda reírme ante la situación tan heavy que me está tocando vivir.

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En seis años largos (bastante largos) de existencia de esta web siempre tuvimos clara una cosa: no íbamos a meternos en política salvo que esa política afectara a los derechos LGTB+. No tiene sentido que en una web como la nuestra os expliquemos el caso Gürtel o qué fueron los GAL, porque se supone que para eso ya están los otros medios. Pero cuando el año pasado el gobierno de Rajoy (el que decía que no había dinero para el fondo de lucha contra el SIDA) se gastó 80 millones de euros en mandar policías a Catalunya para hacer algo que aún no tengo del todo claro todas nuestras buenas intenciones de imparcialidad y objetividad se fueron a tomar por saco.

Hace poco más de un año en esta web empezamos a hablaros, desde una perspectiva LGTB+, sobre el peligro de blanquear a los fascistas. Porque el fascista no es el que quiere poner una urna para que la gente vote: fascista es el que se lleva la urna a golpe de porra. Fascista no es el que pone un lazo amarillo, fascista es el que amenaza con una navaja al que pone el lazo amarillo. Fascista no es el que se manifiesta para que los pueblos de España se lleven bien, fascista es el que se manifiesta por la unidad de España llevando una bandera del aguilucho y tirando piedras a las casas que tienen esteladas. Fascista es el ministro socialista que habla de «desinfectar» Catalunya, no el diputado cupaire que pide un referéndum sobre la monarquía.

Probablemente lo de las piedras, las amenazas y los insultos no lo viste. Como seguramente tampoco viste las esvásticas pintadas en sedes de partidos independentistas, las brigadas de limpieza de lazos (arengadas por C’s y organizadas por guardias civiles), ni viste a los policías condecorados por el 1-O mear desde su balcón del hotel sobre las personas que protestaban por la violencia policial, ni viste cuando los dirigentes de Societat Civil Catalana militaban en partidos como el PxC. Mientras pasaba todo eso las teles y periódicos españoles estaban muy ocupados rellenando horas y horas de informativos con denuncias por «delitos de odio» contra España en colegios, ayuntamientos y centros públicos catalanes. Denuncias que, seguramente, no has visto cómo se archivaban porque estaban basadas en mentiras. Mariano Rajoy, por cierto, publicitó a bombo y platillo la llamada que le hizo a una pareja de Balsarenys que estaba siendo «acosada» por los independentistas. Lo de que la pareja fueran neonazis reconocidos con su ficha policial y sus antecedentes no importó mucho.

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Pero te decía que era difícil no meter la web en temas políticos cuando veíamos cómo las webs no LGTB+ no estaban contando las cosas como eran; cuando veíamos cómo cedían espacios a ultraderechistas y les reían la gracia porque se metían con los independentistas. Cuando la fiscalía perseguía a políticos, raperos, twitteros, titiriteros, periodistas por hacer bromas (de mejor o peor gusto); pero no pasaba nada cuando una señora franquista salía en televisión a decir que los homosexuales queríamos convertir a los niños en gais y violarlos y que eso con Franco no pasaba. Hacía gracia. Como también hacía gracia Jaume Vives Vives, hijo de primos, que ponía Manolo Escobar en su balcón y estaba cada mañana en Espejo público. Era difícil y frustrante, porque cuando denunciábamos eso y le echábamos en cara a las televisiones su hipocresía y su peligrosidad, me acusaban a mí de sectario por meter «ideas independentistas» en mis artículos.

Nunca jamás he escrito en esta página sobre la independencia de Catalunya. Ni he explicado por qué quiero esa independencia. Ni todo lo que creo que está mal en España y por qué creo que es irreformable. Aún así, denunciar las vulneraciones sistemáticas de derechos humanos (y yo solo he hablado de los derechos LGTB+) y el blanqueamiento del fascismo se entendía como una «idea independentista».

Doce diputados de VOX en Andalucía.

Pero hoy es el día en el que, ya sí que sí, la política ha entrado en la página para quedarse. Y lo ha hecho por la puerta grande. Con doce diputados que forman parte de un partido que choca frontalmente con nuestros derechos más básicos. Y no es algo que me sorprenda. Durante años hemos sido muchos los que os hemos repetido que Ciudadanos es un partido de derechas, que se fundó en Catalunya con la única intención de cargar contra la cultura catalana (ahí tenéis la hemeroteca de sus primeros años, cuando en el Parlament votaban más a la derecha del PP); y no nos hacíais ni puto caso. Así que no me sorprende que haya gente (incluso gente LGTB+) que vote a VOX, por mucho que les demuestres que votar a VOX es como votar a HazteOír.

Porque hay algo ahí, en lo profundo, que a más de uno no le deja ver la realidad: España no es el país que pensabas que era.

Pero dejando todo eso a un lado, hay otro motivo por el que es imperativo que la política entre en esta web y en AB-SO-LU-TA-MEN-TE todas las webs de noticias que dicen ser LGTB+ o LGTBfriendly. Y el motivo es éste:

PP y Ciudadanos, los partidos a los que FELGTB invitó a portar la pancarta del World Pride, se han pasado meses y meses insultando a votantes y representantes elegidos democráticamente llamándoles golpistas, comandos violentos, nazis o supremacistas. Y son los partidos a los que FELGTB invitó a portar la pancarta del World Pride (y no fuimos pocos los que dijimos que era una pésima idea, supongo que eso también era una «idea independentista») los que ahora se plantean acuerdos políticos con VOX. Hace un año y medio llevaban una pancarta «Por los derechos LGTBI en todo el mundo«. Ahora quieren pactar con los que quieren eliminar la Ley contra la Violencia de Género, con los que quieren prohibir el aborto, con los que quieren derogar las leyes LGTBI que nos protegen frente a la discriminación. PP y Ciudadanos quieren pactar con los que dicen que el hombre heterosexual está discriminado, con los que quieren expulsar a todos los inmigrantes del país, con los que dicen que la dictadura franquista no fue una dictadura (y si rascas un poco te dirán que el Holocausto no existió). Se plantean pactar con los que se manifiestan junto a Hazte Oír, junto a los que quieren eliminar la atención a las personas trans de la Sanidad Pública, los que quieren que los toros y la religión sean patrimonio nacional.

Y nosotros les dejamos llevar nuestra pancarta.

Explícame tú a mí ahora cómo hago para no cagarme en la madre de toda esa caterva de alelados que se han pasado tanto tiempo mirándome con desprecio y considerándome el ogro de la izquierda radical; en toda esa panda de iletrados que llamaban supremacista a Junqueras por un texto que ni se han leído mientras le cedían terreno a los supremacistas de verdad, los que nos gasearían por maricones si pudieran. Cómo hago para no cagarme en la madre de todos esos activistas LGTB+ que tenían tantas ganas de colgarse la medalla de la Ley LGTBI (y de colocarse en el silloncito que ya tenía su nombre impreso) que no dudaron en cederle terreno a la derecha que en la puta vida ha movido un dedo por nuestro colectivo y que ahora suma mayoría en Andalucía y tiene 12 diputados ultras.

Y no lo dudéis: si para tener un presidente andaluz de derechas PP o Ciudadanos han de cargar contra nosotros, lo harán. Porque ya lo han hecho antes. Porque nuestros derechos solo les importan si pueden sacar tajada. Y porque el «A Por Ellos» era un «A Por Todos». Y oh, QUÉ CHORPRECHA, resulta que los putos fachas también tienen algo contra ti.

Y no te confundas, PSOE, que tú también te manifestabas junto a VOX, Falange y demás fachas hace un añito por las calles de Barcelona; tú también te inventabas relatos de violencia, tú también condonaste la violencia policial, tú tienes de Ministro de Exteriores al que quería «desinfectar» Catalunya y tú también eres responsable de la perpetuación del franquismo (y la monarquía franquista) en este país.

«Jo, pero apruébame los presupuestos…»

Luego ven y dime que no está bien que escriba que la única forma de luchar contra el fascismo es patear al nazi; que hay que dialogar y quedar por encima de ellos. Es un poco difícil quedar «por encima» de alguien cuando ese alguien son 5 neonazis pegándote una paliza.

¿Y de quién es la culpa?

Para la derecha, la culpa es de los separatistas/golpistas/nazis/feminazis/negros/moros/maricones que se han cargado el país. Si creías (porque así te lo dijo Telecinco) que Podemos era populista, revísate un mítin de VOX y descubre el verdadero populismo: Proponen eliminar impuestos impopulares (básicamente, todos) pero no tienen ni idea de cómo compensar esa falta de ingresos; proponen eliminar las autonomías porque son un nido de chupópteros pero no te cuentan que Santiago Abascal lleva desde 1999 viviendo de sueldazos públicos. Y eso te lo ocultan mientras culpan a los colectivos vulnerables de todos los males de España y nos envuelven en una enorme banderita de España para enterrarnos en la cuneta. Obviamente, no podía faltar en esto el señor que hace un año llevaba nuestra pancarta:

Para la izquierda la culpa es de todo el mundo menos suya. Algunos, que llevan unos meses que no sé cómo son capaces de caminar con los pedazo de huevos que tienen, dicen que es culpa del independentismo por «despertar al fantasma del fascismo«. En un país en el que en pleno 2018 existe una Fundación Francisco Franco y en el que Hazte Oír se considera una organización de Utilidad Pública… diría que ese fantasma, como mucho, se estaba echando la siesta. Pero la culpa es nuestra, de los independentistas. Porque hemos cabreado al régimen y no hemos hecho como ellos, que le regalan Juego de Tronos en Blu-ray. Supongo que lo de Bolsonaro, Le Pen, Salvini y Trump también es culpa del independentismo y no de una izquierda blanda, acobardada y acomplejada que no es capaz de explicarle a sus votantes en qué consiste el feminismo de verdad pero no dudará en llamarte «feminazi» (si eres mujer, claro) para rascarle cuatro votos a la derecha.

Hay otra izquierda, aún más perdida, que se alinea con la derecha para decir que no es que la culpa sea de las mujeres, los maricones, los negros y los lazis… pero casi:

Porque todos sabemos que nosotros, los maricones, no somos obreros. Somos seres de luz que vivimos ajenos al sistema capitalista, social y político del país y solo hacemos acto de presencia en asambleas sindicales para gritar «heteropatriarcado» y «homofobia» y hacer sentir mal al pobre hombre heterosexual que nunca ha hecho nada malo.

Pero es mucho más sencillo. Esto es culpa vuestra.

Sí, lo he dicho: es culpa vuestra. Porque habéis sido vosotros los que para poder aseguraros vuestro derecho a comprar un bebé habéis votado a los que me llamaban nazi, y ahora os habéis quedado sin palabras para referiros a los nazis con los que van a pactar. Porque habéis sido vosotros los que, para no «despertar el fantasma del fascismo», no habéis tenido los cojones de publicar en vuestros medios tan progres y tan comprometidos la cantidad de vulneraciones de los derechos humanos que ocurren cada día en vuestro país; pero sí los habéis tenido para reíros de vídeos, campañas y testimonios que denunciaban la impunidad del fascismo en este país. Habéis sido vosotros los que preferíais publicar (y leer) quince veces el mismo artículo sobre «cómo ser un buen pasivo» o un test sobre «qué caballito de Santi Abascal eres» en lugar de usar vuestro altavoz para señalar al fascismo. Y luego venís con el «¡qué desastre! ¡qué mal todo! ¡los extremos se tocan! ¡las dos partes han hecho las cosas mal!«

«Voy a luchar contra el fascismo, un momento»

Habéis sido vosotros los que cuando soltaron los 80 millones de euros en forma de policías (con sus órdenes secretas, sus canales de comunicación clandestinos y su «a por ellos») en lugar de salir a la calle a denunciar la deriva fascista de un gobierno os pusisteis una camiseta blanca y dijisteis aquello del «Parlem/Hablemos». Y os dijimos que la equidistancia favorecía a los fachas, pero os dio igual porque estábamos todos locos, adoctrinados por TV3, engañados por Puigdemont y escondiendo el puto TRESPARSEN. Y ahora, cuando os dais cuenta de que España sí es un poquito más franquista de lo que queríais admitir, llegan los señoros de izquierdas a decir que si VOX ha entrado en el parlamento ha sido porque la clase obrera se ha sentido confundida por una izquierda que habla de derechos LGTB+, feminismo e igualdad en lugar de lo que realmente preocupa a los obreros hombres blancos.

Porque los maricones, las bolleras, las mujeres, los negros, las personas trans, los musulmanes, los chinos, las maltratadas… no somos obreros, claro. Somos los que molestamos. Los que queremos que en las aulas se explique la diversidad y así mejorar la sociedad y evitar el bullying, somos los que nos hemos cargado el país. Cuando en realidad somos los que os hemos puesto un espejo delante y os hemos mostrado la profunda mierda patriarcal y fascista en la que vivís. Y discúlpame si me importa una mierda cómo se siente el pobre hombre blanco heterosexual, porque el pobre hombre blanco heterosexual no sufre el machismo, no sufre el racismo y no sufre la homofobia: LOS PROVOCA.

Y vosotros, oh grandes gurús progres de Españñññña, en lugar de escucharnos y comprender esas realidades para poder explicárselas a vuestros votantes, lectores, fans u oyentes preferíais reíros de los ofendiditos y decir que «la izquierda censura mucho más que la derecha». ¿A quién le importan los derechos humanos más básicos si tú ya no puedes hacer un chiste sobre gitanos sin que alguien se ofenda?

Pues a base de eso, a base de ridiculizar las luchas de los demás como hacen los fachas, a base de haber ido cediendo espacios para que los ocuparan los fachas, hemos llegado a esto. A base de Indas y Marhuendas en tertulias. A base de permitir que Catalunya sea el tema central en las elecciones andaluzas. A base de escándalos de estado ocultos tras la bandera. A base de comprar el discurso rupturista y provocador de la derecha más rancia. A base de prohibir a los periodistas que digan en TV que los Jordis tenían permiso para subirse a los coches de la Guardia Civil. A base de negarse al diálogo. A base de meter imágenes de la Diada en reportajes sobre el Tercer Reich. A base sacar pecho haciendo bromas sobre el débil pero hincando la rodilla cuando te denuncian por sonarte con la bandera de España.

A base de todo eso, VOX tiene 12 diputados en Andalucía. Porque no es que hayan apelado al pobre hombre blanco que se siente desamparado: es que los habéis validado vosotros al negaros a reconocer la realidad en la que vivís. Una realidad que los maricones, las bolleras, los negros, las mujeres maltratadas, los moros, los presos políticos, los exiliados, Casandra, Valtonyc, Hazel, los titiriteros, los chavales de Alsasua llevamos tiempo intentando enseñaros. Una realidad que no os ha salido de los cojones (y los ovarios) ver.

Siempre se ha dicho que en España tenemos lo que nos merecemos, y yo hoy no puedo estar más de acuerdo con esa frase. Con suerte esto os sirve como llamada de atención. Por suerte, no vamos a haceros lo mismo que nos habéis hecho a nosotros.

A por ellos.

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Hidroboyhttp://lasuperqueer.com
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¡A DESPELLEJARSE!

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