A Kerry Washington, la protagonista de Scandal, le han dado un premio. Y no ha sido un premio por ser la única persona en el mundo que aún entiende las tramas de la serie (ese premio queda desierto porque ni los guionistas saben ya lo que están contando) sino que el premio viene de manos de la GLAAD (la Gay and Lesbian Alliance Against Difamation) y se lo han dado por ser una aliada del colectivo LGTB.
En la gala de los GLAAD Media Awards se premia a las películas, series, cantantes, documentales, periodistas (vamos, los Media, tía) que ayudan al colectivo y directores como Roland Emmerich (que trabaja en un film sobre Stonewall), films como The Imitation Game o la serie How To Get Away With Murder fueron algunos de los que se subieron al escenario a recoger su galardón. La lista es muy larga y muy hermosa, y tienen hasta un apartado para los medios americanos que escriben en español. Estamos en trámites para que los Estados Unidos reconozcan nuestro Reino del Brilli-Brilli como un estado más para poder participar y llevárnoslos todos.
RECREACIÓN: Nosotros recogiendo un GLAAD Award
Pero el discurso de Kerry Washington es para aplaudir y no parar hasta que te duelan las manos. Por eso no nos cabrea que la gente no pare de vitorearla y hasta interrumpirla. Si hubiéramos estado nosotros ahí la habríamos sacado en volandas al grito de «¡Alcaldesa perpetua!«, así que si sabes ingles dale al play y vuélvete loca aplaudiendo y si no lo sabes pues sigue el rollo de cuando la gente grita y aplaude, y cuando venga tu compañero de piso a ver qué te pasa dile «Es que es maravilloso» y se lo enseñas:
Bueno venga, como soy buena persona, te vamos a traducir el discurso COMPLETO porque creemos que estas cosas es importante que todos las entendáis.
Hay personas en este mundo que tienen todos los derechos de ciudadanía: en nuestras comunidades, en nuestros países, por todo el mundo. Y luego están aquellos que no; en varios gradios, no los tienen. No tenemos el mismo acceso a la educación, al cuidado sanitario y a otras libertades básicas como el matrimonio, un proceso de voto justo, un proceso de selección laboral justo. Y pensarás que todos aquellos a los que nos niegan nuestros derechos de ciudadanía nos aliaríamos y lucharíamos juntos. Pero la historia nos dice que no, a menudo, no lo hacemos.
Mujeres, gente pobre, gente de color, gente con discapacidades, inmigrantes, hombres gays, mujeres lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexos; nos han enfrentado los unos a los otros y nos han hecho sentir que el número de sillas en la mesa estaba limitado para los que queríamos encajar en la categoría de «otros». Como resultado, nos hemos vuelto temorosos unos de otros. Competimos los unos con los otros, nos juzgamos unos a otros, a veces nos traicionamos los unos a los otros. A veces incluso dentro de nuestras propias comunidades, designamos a los que están mejos capacitados para representarnos y a quien ni siquiera hay que invitar a la fiesta. Como «otros», nos enseñan que para tener éxito hay que rechazar a los «otros otros» o nunca seremos parte del todo.
Sé que uno de los motivos por los que recibo este premio es porque interpreto papeles que pertenecen a segmentos de la sociedad que a veces son empujados hacia los márgenes. Pero, como mujer y como persona de color, no siempre tengo elección sobre eso. Pero sí que he tomado la decisión de participar en la narración de historias sobre miembros de la comunidad LGTB. He tomado la decisión de interpretar a personas muy diferentes, en muchos contextos y situaciones diferentes. En mi carrera no he tenido miedo de meterme en la piel de personajes que eran juzgados o incomprendidos y a los que no se les han otorgado sus derechos de ciudadano como ser humano.
Pero he aquí la gran ironía: yo no decido interpretar a esos personajes como una decisión política. Pero los personajes que interpreto a veces se convierten en declaraciones políticas. Porque que se cuente tu historia como mujer, como persona de color, como lesbiana, como transexual o como cualquier miembro de cualquier comunidad privada de sus derechos se suele considerar, tristemente, una idea radical. Hay mucho poder en la narración de historias y hay un enorme poder en las historias inclusivas y las representaciones inclusivas.
Por eso el trabajo de la GLAAD es tan importante. Necesitamos más representación LGTB en los medios. Necesitamos más personajes LGTB y más historias LGTB. Necesitamos una representación LGTB más diversa y con eso me refiero a un montón de diferentes personas LGTB, viviendo todo tipo de vidas; y, aquí viene lo grande, necesitamos más trabajos para personas LGTB delante y detrás de las cámaras.
En 1997 Ellen hizo su famosa declaración, y lo hizo en una América en la que el Acta de Defensa del Matrimonio había sido aprobada unos meses antes y las uniones civiles aún no eran legales en ningún estado. Pero recordemos que, treinta años antes de eso, el Tribunal Supremo estaba deliberando si la prohibición del matrimonio interracial era anticonstitucional. Hasta ese momento la gente heterosexual de razas diferentes tampoco podían casarse con quien querían casarse.
Así que cuando la gente negra hoy en día me dicen que no creen en el matrimonio igualitario…
Lo primero que les digo es «Por favor, no dejes que nadie intente hacer que votos contra tus propios intereses enviándote mensajes de odio«. Y entonces les digo: «La gente solía decir esas cosas sobre ti y sobre tu amor y si dejamos que el gobierne empiece a legislar el amor en nuestras vidas, ¿quiénes crees que serán los siguientes?«
No podemos decir que creemos en la humanidad fundamental de cada uno de nosotros pero después ignorar la realidad de la existencia de cada uno, y la verdad sobre los corazones de cada uno. Debemos ser aliados y debemos ser aliados en este negocio porque ser representado es ser humanizado y mientras haya alguien, en cualquier sitio, al que se le haga sentir menos humano, nuestra misma definición de humanidad está en juego y todos somos vulnerables.
Debemos vernos los unos a los otros, todos; y debemos vernos a nosotros mismos, todos; y tenemos que seguir siendo valientes y abrir nuevos caminos hasta que esto sea como es, hasta que no haya más «primeros» ni «excepciones» ni «rarezas» ni «únicos«. En el mundo real, ser un «otro» es la norma. En el mundo real, la única norma es la singularidad y nuestros medios han de reflejar eso. Gracias GLAAD por luchar la buena lucha. Que Dios os bendiga.»