La confirmación de la jueza conservadora (y contraria al matrimonio iguailtario) Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo de EE.UU. lleva a la comunidad LGTB+ a organizar bodas gratis y rápidas para asegurar sus derechos por si acaso.
Decir que Donald Trump ha hecho algo discretamente es bastante ridículo teniendo en cuenta que este señor tiene menos de discreto que ese vecino tuyo que lleva 10 años con el «hetero discreto» en Grindr. Que ni lo uno ni lo otro. Pero hay una cosa que los republicanos sí han conseguido en los últimos meses sin levantar demasiada polvareda: confirmar para el Tribunal Supremo a tres jueces conservadores.
La última ha sido la jueza Amy Coney Barrett:
Una señora conocida mundiá por ser profundamente LGTB+ fóbica. Durante los últimas días el perfil de Coney Barrett ha llenado todos los medios de comunicación norteamericanos y durante el proceso para ser confirmada Jueza del Tribunal Supremo, además de referirse a la homosexualidad como una «preferencia sexual«, se ha sabido que durante años formó parte de la dirección del colegio cristiano privado al que iban sus hijos y que tiene varias políticas anti-gays como prohibir el acceso a menores cuyos padres fueran homosexuales o despedir a cualquier profesor LGTB+.
Y la van a confirmar como Jueza del Supremo.
A pesar de estar en mitad de una pandemia y de tener elecciones en, literalmente, una semana, los Republicanos han priorizado la aprobación de Barrett para el Supremo con la excusa de que así pueden asegurar un proceso electoral justo. Pero a nadie se le escapa que, con una posible derrota electoral de Trump y una más que probable pérdida de asientos en el senado, lo que están intentando es conseguir por la vía judicial lo que no han conseguido en el Congreso. Lo cual no deja de ser gracioso porque ése es precisamente el argumento que los conservadores utilizan para tratar de minar la sentencia de Obergefell que aprobó el matrimonio igualitario hace 5 años: que el tema debió aprobarse en el Congreso y no por vía judicial.
En un comunicado emitido por los Demócratas en el senado, se refieren a la nominación de Barrett como «un proceso engañoso desde el principio» y acusan a los Republicanos de acelerar la confirmación para «arrebatar los cuidados médicos a millones de ciudadanos y ejecutar una agenda extrema y muy impopular que han sido incapaces de pasar por el Congreso«.
¿Y qué crees que hay en esa agenda tan impopular de los Republicanos? ¡Exacto! ¡Acabar con los derechos LGTB+!
Como explica la columnista Kara Swisher en The New York Times, es bastante evidente que Barrett apoyará a los Jueces Clarence Thomas y Samuel Alito, que hace unas semanas, aprovechando que Kim Davis pasaba por ahí, emitieron un voto particular desafiando la sentencia Obergefell que legalizó el matrimonio igualitario en todo el país. «Era un tiro de aviso«, escribe Swisher, «en una guerra que yo y muchos otros pensábamos que había acabado hace mucho«.
Ante la más que evidente posibilidad de que no dentro de mucho, incluso con Biden en la Casa Blanca, se vuelva a ilegalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en Estados Unidos, las parejas homosexuales que se lo estaban pensando ahora no tienen ninguna duda. Y algunas, como las 16 parejas que se han casado en 4 días frente al Ayuntamiento de Saint Louis, han tenido la ayuda desinteresada de la comunidad para poder casarse en condiciones.
En Saint Louis (Missouri), por ejemplo, la Capilla Lot’s Wife para personas Trans & Queer (que no se sienten bien tratados en otras capillas) se puso manos a la obra. Tori Jameson, pastora de la capilla, decidió que tenía que hacer algo para asegurar los derechos legales de la comunidad: «Barrett es notoriamente anti-LGTB. Ha hecho declaraciones contra el matrimonio igualitario, contra la inmigración. Me preocupa que nuestros derechos vuelvan atrás si ocupa el cargo. Pero no tengo mucho poder político, solo soy pastora de esta comunidad.«
Así que Jameson decidió ofrecer ceremonias gratis en la puerta del Ayuntamiento, como una forma de protesta y también como forma de proteger a esas parejas ante lo que pueda estar por venir. Las bodas «POP-UP» se hicieron virales y el apoyo (y las parejas) empezaron a llegar. En cuestión de poco tiempo además de con Jameson oficiando las ceremonias las parejas iban a contar con floristas, panaderos, fotógrafas y voluntarios que se encargaban de animar las ceremonias.
Aunque el tinglado iba a durar un día se alargó hasta cuatro y se han oficiado 16 ceremonias.
«Soy parte de la comunidad LGTBQ+, y tengo familia y amigos muy queridos que también lo son» explica en su perfil de Facbook la fotógrafa Alecia Hoyt, que colaboró en la iniciativa, «¿Puedes creer que hace solo cinco años que estos seres humanos pueden casarse de forma legal como cualquier heterosexual? Cinco años y ahora parece que ese derecho humano vuelve a estar en peligro por los cambios en el Supremo«
Como leía en un artículo hace unos días, puede que Trump no haya hecho mucho durante su estancia en la Casa Blanca, pero se quede o no sí se ha asegurado de que la agenda conservadora Republicana tenga presencia en las próximas décadas en la política norteamericana.
Apañados estamos.
