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Uruguay aprueba su Ley Integral Trans y se convierte en el primer país del mundo en tener una ley que garantiza, entre otras cosas, una cuota de empleo público para personas trans.
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Aunque algunos diputados de la oposición votaron a favor, la derecha uruguaya cree que la ley esconde una «ideología de género» que puede confundir a los jóvenes.
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Confundido estoy yo cuando me mandan penes por Grindr. Lo de los jóvenes se llama progreso y lo de la derecha uruguaya se llama transfobia.
Durante más de un año y medio la Ley Integral Trans de Uruguay (de la que te habíamos hablado) ha estado dando vueltas por el Parlamento del país sin saber muy bien dónde iba a acabar; que es lo mismo que te pasa a ti un sábado a las cinco de la mañana. Aunque a ti no te pasa en un Parlamento. O… sí. Pues después de haber dado tanto tumbo y después de las constantes protestas del colectivo LGTB+ del país, la Cámara de Diputados uruguaya la aprobó hace unos días y convirtió al país latinoamericano en el primero del mundo en aprobar una legislación de este tipo.
Con 62 votos a favor en 88 legisladores presentes, Uruguay tiene Ley Integral para Personas Trans.
El primer país del mundo en tener una norma de esta características. pic.twitter.com/HdohNmbUPO— Nicolás Viera (@nicovieradiaz) October 19, 2018
La Ley Integral Trans de Uruguay (que ya fue aprobada en el Senado) se hizo por fin realidad con 62 votos a favor de los 88 necesarios. A los diputados del Frente Amplio (el partido de izquierdas que tiene la mayoría parlamentaria) se le sumaron algunos diputados de la oposición que tenían libertad de voto. El debate para la aprobación de la ley, al que asistieron centenares de activistas LGTB+, duró más de 10 horas y hubo más de 40 intervenciones de parlamentarios.
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— LeyTransYa 💛 (@leytransya) October 19, 2018
«Es una ley de avanzada en nuestro país«, ha explicado a Efe la diputada del FA Manuela Mutti, «Es una bandera que es importante que nuestro país la levante en el marco de los derechos en América Latina«. Para Mutti la ley no es solo un avance en «derechos y democracia» sino que servirá también para conseguir «una sociedad más participativa y más justa y que, sobre todo, apunte a su escalón más débil«. Para Rodrigo Goñi, del Partido Nacional en la oposición, la ley no es tan bonita y por eso votó en contra. Según Goñi es importante «atender al sufrimiento» de las personas trans, pero no con una ley que plantea «soluciones que traen cangrejos bajo la tierra«y que «va mucho más allá de favorecer a un grupo de personas transexuales.»
No. Yo tampoco he entendido una mierda de lo que quiere decir Goñi, pero por eso el chico luego aclaró que lo que le fastidia de la ley que es que tiene detrás «una ideología de género«; y que esa «ideología de género» afectará a las familias y confundirá a los jóvenes haciéndoles creer que ser trans es lo mejor que te puede pasar en la puta vida, chaval.
Dejando a un lado las estupideces de Goñi, lo cierto es que la Ley Trans de Uruguay es un ejemplo a seguir no solo para el resto de países de latinoamérica sino para todos los países del mundo. Algunos aspectos de la ley son similares a los de la Ley Trans aprobada en España hace años y en otros está muy por delante de nuestra legislación; aunque hay que recordar que hace unos meses el PSOE ya propuso actualizarla.
Dos de los aspectos más llamativos de la Ley Trans uruguaya es que obliga a los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a los Gobiernos departamentales, a los entes autónomos y a otras oficinas públicas a dedicar un 1% de sus puestos de trabajo a personas trans. Algo que también aplicará el Institituto Nacional de Empleo y Formación Profesional, que dedicará un cupo no inferior al 1% de sus programas de capacitación a personas trans. También se tomarán una serie de medidas en materia educativa para conseguir evitar la alta tasa de deserción educativa que afecta al colectivo trans en el país.
En cuanto a la salud, la Ley Integral Trans uruguaya quiere aumentar la expectativa de las personas trans del país que actualmente está (y esto es un dato terrible) entre los 35 y los 40 años de edad; y para ello se mejorará la atención sanitaria y se crearán servicios específicos para personas trans que no resulten discriminatorios.
La ley, además, facilitará al máximo los trámites para cambiar el nombre en el registro y establece que si los menores de 18 años no tienen consentimiento paterno para cambiarse el nombre o comenzar el tratamiento hormonal pueden recurrir a los artículos del Código Civil que priorizan el interés superior del menor para que sea un juez quien lo autorice.
Hoy más que nunca en el Parlamento. Desde el prime día y hasta el último. @LeyTransYa pic.twitter.com/azI7gBe03W
— Asoc. Trans Uruguay (@AsTransUyATRU) October 16, 2018
Además la ley otorgará una indemnización económica a todas las personas trans nacidas antes del 31 de diciembre de 1975 que puedan demostrar haber sido víctimas de violencia institucional o haber sido encarceladas por su identidad de género. Una medida fantástica, si no fuera porque ya hemos dicho antes que la esperanza de vida actual de las personas trans en el país es de 35-40 años.
En cualquier caso se trata de una noticia importantísima porque, como os decía antes, la ley puede servir de ejemplo a muchos países del mundo que estén en el mismo proceso parlamentario. Y, además de eso, sirve como punta de lanza de los derechos LGTB+ en latinoamérica.
Fuente | El Tiempo