La floristería «Heavenly Creations» de Ketchikan (Alaska) se negó a hacer adornos florales para una boda gay, así que el pueblo entero decidió votar una ley que prohibiera todo tipo de discriminación a las personas LGTB+ (ramos de boda incluidos)
Si hace tiempo que nos lees sabrás que en las noticias de esta web, como buena web LGTB+, hemos hablado mucho sobre cosas como las leyes de los lavabos, las terapias de conversión, las pollas la homofobia del PP y la discriminación en nombre de la «libertad religiosa«. Y eso es justamente a lo que se acoge Heather Dalin, una florista de un pequeño pueblo de Alaska que se ha ganado la enemistad de todos sus vecinos por negarse a hacer unos rabos ramos de boda para una pareja gay.

Por lo visto nuestra amiga Karen Heather Dalin recibió en su tienda la visita de una pareja gay que necesitaba flowers para su boda y se negó a hacerles los adornos florales porque, aunque Karen Heather no es homófoba porque tiene muchos amigos y clientes gais, una boda entre dos señores va súper en contra de su religión. ¿Y qué crees que pasó después? ¿Fueron a juicio y Karen Heather abrió un crowdfunding para pagar los costes legales y miles de cristofrikis yankis aportaron un dineral? No. Karen Heather no es la pastelera hetera de años atrás y lo que ha pasado es que el pueblo de Ketchikan se le ha vuelto en contra.
Literalmente:

Aunque no hace mucho que el Tribunal Supremo de EE.UU. sentenció que el Código Civil norteamericano prohíbe despedir a alguien por su orientación sexual o por su identidad y/o expresión de género el tema de negarse a atender a un cliente por ser LGTB+ sigue sin estar del todo aclarado. Menos en Ketchikan. Porque en cuanto en el Ayuntamiento se enteraron de lo que había pasado se reunieron y se pusieron manos a la obra para redactar una ordenanza municipal que prohibe a los servicios al público (excepto congregaciones religiosas y clubs privados) discriminar de cualquier forma a personas LGTB+.

Y la decena de manifestantes que se habían plantado frente a la floristería de Karen Heather para protestar por su homofobia deben estar felicísimos porque la ordenanza se aprobó con todos los votos de los concejales a favor. Lo sentimos, Karen.

La propia Karen defendió su postura frente al Ayuntamiento durante una vista pública en la que aseguró que no es homófoba. ¿Sabes por qué? Porque «Yo misma he realizado y entregado en numerosas ocasiones ramos a miembros de la comunidad LGBTQ. Ni hemos discriminado antes ni lo hacemos ahora.»
¿Y qué viene después del «no soy homófoba porque tengo clientes gais«?

EL PERO
Y es que según Karen. Perdón, Heather. Según Heather ella no es homófoba PERO la ordenanza viola su libertad religiosa.

«Cuando se trata del santo sacramento del matrimonio, la palabra de Dios es clara«, dijo Heather en la vista pública pre-aprobación de la ordenanza, «El matrimonio es uno de los siete sacramentos en los que nuestro Señor Jesucristo está presente. Si aprueban una ordenanza innecesaria para tratar de obligarme a participar en una ceremonia que no solo viola la verdad de Dios, sino que también me despoja de mis derechos como ciudadana americana que paga impuestos y cumple la ley, es totalmente irrazonable.»
Porque presentarte en una vista del ayuntamiento de tu pueblo y pronunciar la frase «la palabra de Dios es clara» es totalmente razonable. Sí.

A Heather le salió un contrincante en todo este debate: el conservador del museo, Ryan McHale, que testificó en la misma vista para dejar claro que lo de la «libertad religiosa» no es más que una excusa utilizada desde hace décadas para seguir justiciando discriminaciones como, por ejemplo, la racial: «Tal y como hacían sus predecesores pro-esclavitud, los segregacionistas de la época de Jim Crow citaban las escrituras como justificación para mantener la segregación racial y la desigualdad. Hay muy pocas diferencias entre los que claman a la libertad religiosa hoy y los segregacionistas que argumentaban que no se les podía obligar a contratar, servir o asociarse con afroamericanos o nativos americanos.»

Aunque en el Ayuntamiento hubo un poco de debate, la ordenanza acabó siendo aprobada por unanimidad con siete votos a favor. Y así, gracias a una Karen de manual, es como Ketchikan se ha convertido en la cuarta ciudad de Alaska que prohíbe cualquier tipo de discriminación a personas LGTB+ después de Anchorage, Juneau y Sitka. Que son unos sitios monísimos a los que algún día tenemos que ir.