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El Museo del Prado presenta una nueva catalogación de la obra de Goya y desvela una nueva «interpretación contrastada» de varias cartas del pintor que parecen confirmar su homosexualidad.
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Algunos medios generalistas dan por hecho que la noticia, en pleno 2018, generará «revuelo». Que es la forma que tienen de justificar los comentarios homófobos que publican sus lectores.
El Museo del Prado está preparando para el 2019 una exposición monográfica sobre Franciso de Goya en la que ha colaborado el Centro Botín Santander. Para ello se ha llevado a cabo una nueva catalogación de la obra del pintor que Manuela Mena, experta en Goya y en la conservación de sus obras, presentó ayer en el Museo Nacional del Prado. En esa catalogación se han descartado seis obras atribuidas al artista de forma errónea, y también se ha revelado la nueva «interpretación contrastada» de las cartas que Goya enviaba a Martín Zapater, un amigo de la infancia al que retrató dos veces y al que describía como su «amigo amoroso«.
Aunque lo de «amigo amoroso» suena muy a cuando en el HOLA! no quieren decir que alguien no es heterosexual, lo cierto es que el propio Goya le explicaba a Zapater que «ay mío de mi alma no creyera que la amistad podía llegar al periodo que estoy experimentando«.
Vamos, que estaba coladito. Pero ¿sabes eso que dice tu abuela de que hoy en día está de moda ser maricón? Bueno, pues no es que esté de moda, sino que en otras épocas (como la que vivía Goya) la homosexualidad estaba muy mal vista y las personas LGTB o no asimilaban su realidad (y pensaban que enamorarse de alguien del mismo sexo era una amistad loquísima) o la ocultaban para que no se los cargaran.
Que es lo que parece que a más de uno le gustaría que hiciéramos para frenar esa «moda».
Las cartas, por cierto, fueron localizadas en 2007 cuando fueron puestas a la venta en Londres. Entre ellas hay una fechada el 10 de noviembre de 1790 en la que Goya, después de encontrarse con Zapater, le dibujó un corazón que, según Mena, está «inflamado de amor» y que sustituye a la cruz que solía añadirse en la correspondencia de la época por un corazón «cuidadosamente detallado y henchido por las arterias«. Ese mismo mes Goya envió otra carta (que ya se conocía con anterioridad) en la que le dibujó a Zapater un bonito y majestuoso pene.
Es en otra carta, fechada en diciembre de 1790, en la que Goya escribió: «El mayor bien de cuantos llenan mi corazón, acabo de recibir la inapreciable tuya; sí sí que me avivas mis sentidos con tus discretas y amistosas producciones, con tu retrato delante me parece que tengo la dulzura de estar contigo«. Que es, más o menos, como en 1790 los «heteros discretos» se respondía a la pregunta: «¿Te ha gustado el polvazo que acabamos de echar?«
Por si eso fuera poco, el Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Prado, José Manuel Matilla, ha dejado caer que en breve se podrán aportar más pruebas que sustentan la tesis de que Goya era homosexual.
¿Y qué ha pasado en el mundo heterosexual al conocerse esta noticia?
Pues, para empezar, que Matías G. Rebolledo escribe en El Mundo una frase que me tiene fascinado desde que me he topado con ella: «Más allá del revuelo que puedan generar estos nuevos hallazgos e interpretaciones…» Y yo me pregunto:
¿Qué revuelo?
Si en pleno 2018 descubrir que un pintor tan importante para la cultura española como Goya era homosexual sigue causando revuelo, tenemos un problema. Descubrir la homosexualidad de alguien, y más en un país tan avanzado en materia de derechos LGTB (por ahora) como España, no debería causar ningún tipo de revuelo. Del mismo modo que descubrir una nueva amante de Cervantes tampoco lo generaría. Si Goya fuera conocido por sus conquistas amorosas entre las mujeres, podría haber revuelo. Si Goya fuera conocido por fundar HazteOír, entendería el revuelo. Pero era pintor.
Lo que pasa es que Rebolledo está poniendo la tirita antes de hacerse la herida. Si miras los comentarios de la noticia es muy fácil encontrarse con el que no entiende qué importancia tiene que Goya fuera homosexual (porque, para variar, los heteros creen que lo único que nos diferencia es con quién nos acostamos) y a pesar de que no tiene importancia se cabrea porque pierde un «referente» (tienen pocos, ¿sabes?); pero es más fácil encontrarse con homófobos indignados que aseguran que esto es una maniobra del Lobby Homosexualista para convertir a todos los mitos españoles en maricones. Incluso hay uno que dice que el año que viene sacarán una carta confirmando que Goya era trans.
Rebolledo sabe perfectamente que este tipo de noticias generan revuelo, pero generan revuelo entre los homófobos. Y a Rebolledo parece que ese «revuelo» le parece normal, esperable y hasta lógico. Porque nuestra sexualidad sigue percibiéndose como algo que puede generar revuelo; cuando lo que debería generar revuelo es que haya gente haciendo comentarios homófobos cargados de ignorancia, maldad y prejuicios en un medio de comunicación como El Mundo.
Pero no vas a ver a nadie moderando esos comentarios; porque a El Mundo (y hablo de este periódico porque es en el que he leído la noticia, pero es algo común a todos los medios generalistas) le interesa que se generen esas peleas en los comentarios y en las redes sociales para mejorar su engagement. Y, de repente, el respeto a nuestra dignidad y a nuestros derechos pasa a un segundo plano. Con tal de conseguir muchas visitas (dinero) no les importa normalizar el discurso homófobo. Hasta le dan la bienvenida y le restan importancia con frases como ese «Más allá del revuelo que puedan causar«.
Algún día, tal vez, los medios se acuerden de la lucha contra el discurso de odio sin que HazteOír tenga que sacar un autobús tránsfobo a las calles o sin que sea 28 de junio. Hasta entonces, vamos a tener que seguir aguantando que LosHeteros (TM) nos digan que no tenemos motivos para protestar porque ya no hay homofobia mientras se van a un periódico a reírse de que Goya fuera homosexual.
No pretendas que te entiendan ni que se paren a pensar en la tremenda importancia que la sexualidad y la vida privada de un artista puede tener en su obra. Les duele pensar tanto.
Fuente | El Mundo