Ser gay en Turquía no es fácil, y si no que se lo digan a los eurofans turcos. Bromas aparte, ser gay en Turquía no es fácil. Y si encima te obligan a hacer el servicio militar, apaga y vámonos.
Hasta hace bien poco el ejército turco establecía tres excepciones para declarar a un hombre no apto para hacer la mili turca: estar enfermo, ser discapacitado o ser gay. Hasta 2013 la definición militar de la homosexualidad era la de un «desorden psicosexual«, pero en esa fecha se enmendó ese bonito término para cambiarlo por «desórdenes de la orientación sexual y del comportamiento«. Que, básicamente, era dejar de decir que somos unos enfermos para decir que somos unos viciosos. Para el ejército turco los hombres con esas actitudes y comportamientos sexuales «se espera que creen problemas de adaptación y funcionalidad en el entorno militar«. Todo muy bonito, seguro que estás exultante de emoción mientras lees esto.
Pues ahora viene lo gordo. Hasta hace una semana los gays que eran llamados para servir en el ejército tenían dos opciones: salir del armario públicamente o intentar aguantar un año de mili sin que nadie se diera cuenta de que eran gays.
Lo primero planteaba un verdadero problema, porque como cuenta Ahmet K., un chico gay de 27 años, al periódico Al-Monitor «para empezar, el examen médico para el servicio militar es tal vez el primer reto en tu vida en el que tienes que elegir entre tu identidad gay o la realidad social. En ese examen te pueden dar el certificado conforme no eres apto, que lo llamamos el «certificado rosa». Pero que te den ese certificado implica que haces pública y documentas tu identidad gay. Y eso afecta a tu vida después; porque trae la exclusión social, la pérdida de oportunidades de trabajo, te imposibilita conseguir un empleo público, aumenta la presión de tu entorno social… En resumen, te arruina la vida«.
Ése fue el caso de un árbitro de fútbol al que en 2011 se le forzó a abandonar su trabajo tras decir que era gay en un examen médico. Según su abogado, Firat Soyler, la raíz de esa decisión estaba en la visión del ejército de la homosexualidad como un problema psicosexual: «La gente afronta verdaderas dificultades en sus vidas laborales tras eso. Mi cliente es un claro ejemplo. Ahora es incapaz de trabajar, como árbitro o como productor radiofónico, que es un trabajo que llevaba haciendo 16 años. Le han excluído socialmente.«
¿Y qué es lo que cambió hace una semana en el ejército turco? Pues que hasta ahora cuando un hombre turco decidía hacer pública su homosexualidad antes de empezar el servicio militar se le obligaba a presentar pruebas.
Primero se le hacía un examen médico que incluía un examen anal.
Y luego tenía que presentar fotos en las que estuviera practicando sexo con otros hombres.
Todo muy civilizado.
Lo que ha cambiado ahora es que los doctores que realicen el examen médico (en un hospital militar o en uno público) no harán un examen físico sino que simplemente observarán los gestos y la forma de expresarse. Y por muy gay que parezca el hombre al que estén examinando, si éste no quiere revelar su homosexualidad no tiene que hacerlo. Y si lo hace, no tendrá que presentar ninguna foto guarra. De ahí que esta política se compare con el «Don’t ask, don’t tell» que hasta no hace mucho se aplicaba en el ejército estadounidense.
Pero el hecho de que el ejército turco «suavice» esta parte del proceso no implica que la visión de la homosexualidad haya mejorado mucho entre los militares. De hecho la Ley Disciplinaria de las Fuerzas Armadas Turcas sigue prohibiendo la homosexualidad; así que cualquier oficial o estudiante de una academia militar puede ser expulsado en el caso de ser gay. En una encuesta realizada por columnista y ex-militar Metin Gurcan entre 1.300 oficiales turcos, un 96,3% se mostraron contrarios a permitir que los homosexuales sirvan en el ejército.
Para el propio Gurcan esta pequeña mejora en las normas para acceder al servicio militar representa «un gran paso adelante en el respeto a los derechos humanos básicos de las personas homosexuales«.
Pues el paso será todo lo grande que Gurcan quiera, pero a nosotros la situación nos sigue tocando mucho lo que no suena.
Fuente | Al-Monitor