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Como no tenía suficiente con ser acusado de racista por lucir tatuajes propios de un supremacista blanco, la policía de Texas acaba de detener a Cameron Diggs por tráfico de estupefacientes.
No quiero ser yo el que te rompa las ilusiones, amiga, pero es probable que esté a punto de chafarte un mito. Y es que si alguna vez te has dado amor a ti mismo con algún vídeo de Cameron Diggs porque te pone muy burra su cara de malote y sus tatuajes por todo el cuerpo a lo mejor ahora le ves con otros ojos.
Cameron Diggs se llama en realidad Timothy Harper y fue detenido hace unos días en una redada que llevó a cabo la policía de Texas. La operación acabó con cuatro detenidos, entre los que estaba Harper, que fueron econtrados en un apartamento junto a 1,6 kilos de lo que se cree eran metanfetaminas. También se encontró material que suele ser utilizado en el tráfico de narcóticos. Se le ha plantado una fianza de 100.000 dólares.
JUST IN: 4 people in custody after Dallas SWAT serve warrant at apartment complex in Oak Lawn area. #NBCDFWNow pic.twitter.com/gpXXv7UA6F
— Cory Smith (@CorySmithNBC5) February 9, 2017
A Diggs le persigue la polémica desde hace meses aunque por un tema totalmente diferente al de las drogas. En un artículo publicado en Vice, Zachary Sire destapaba el gran problema de la industria del porno gay con los actores racistas o que tenían una gran homofobia interiorizada.
En el artículo de Sire se explicaban diferentes casos en los que algunas productoras han dejado de trabajar con actores que han pedido no compartir escenas con negros o asiáticos, incluso algunos que pedían que el otro actor no tuviera demasiada pluma. Pero el caso de Diggs era especialmente sangrante precisamente por los tatuajes que lleva en el cuerpo.
Dos cruces de hierro en los hombros y dos insignias de las SS en las caderas. Precioso todo.
El estudio que tenía contratado a Diggs, NakedSword, se negó por activa y por pasiva (pun totalmente inteded) a comentar nada sobre los tatuajes o las «creencias personales» (que ahora es así como llaman al racismo y a todas esas mierdas) del actor. Pero las redes sociales hirvieron a lo loco, sobre todo cuando un perfil con el nombre de Diggs publicó un mensaje en el blog Str8UpGayPorn en el que decía:
Creo que la gente quiere estar orgullosa de quiénes son y de dónde vienen. Siento que debemos perpetuar nuestra raza y nuestra cultura. Cuando pienso en tener hijos, prefiero quedarme dentro de mi raza. No es odio hacia otras razas, es sólo lo que yo creo. ¿Por qué está tan mal? ¿Eso me convierte en racista?
Respuesta: sí.
En cuanto Diggs publicó ese comentario, desde NakedSword corrieron a aclarar que ellos no habían supervisado ese texto y cancelaron el lanzamiento (que llevaban meses promocionando) de la última escena grabada por el actor para el estudio. Y CockyBoys también retiró un vídeo que habían grabado con él meses antes. Como explicó el CEO de la compañía a VICE: «Esas declaraciones no representan los valores básicos de respeto y aceptación que son la misión de CockyBoys.»
No es la primera vez que el mundo del porno gay es salpicado por un escándalo así. Pero como señala Sire en su artículo, sí era la primera vez que se provoca una reacción en la industria que lleva a señalar y rechazar ese tipo de comentarios por parte de las personas a las que contratan para hacer las escenas. Y todo es, en realidad, gracias a que las redes sociales no se quedan calladas cuando descubren este tipo de actitudes. Aunque en casos como el de Paul Canon, que twitteó que a él no le atraía la gente de color, no hubo ningún efecto en la industria y el actor ha seguido trabajando sin problemas. De hecho cada vez parece trabajar más y eso que sus explicaciones al tweet (justificándolo en que a él le atrae la «gente guapa» y que las «preferencias sexuales» no son lo mismo que la «discriminación racial») eran bastante vergonzosas.
Del tema de «no me atrae la gente de color» o «no me atraen los asiáticos» o «no me atrae la pluma» ya hemos hablado alguna vez en la web; pero va siendo hora de que nos planteemos el enorme problema que supone que un simple fetiche erótico o una atracción sexual se convierta en el dogma que rige la vida de más de uno. Que luego somos muy de quejarnos porque nos discriminan y nosotros somos los primeros.