Imagínate que un día te proponen matrimonio. Sí, ya sé que es mucho imaginar, pero tú haz el esfuerzo y no pierdas la esperanza. Pues un día tu novio/novia te pide que te cases con él/ella y tú empiezas los preparativos de la boda. Y como estás eganchada a los programas de tartas de boda de Divinity, decides que quieres que tu tarta sea súper especial y que la haga una pastelera que hace unos pasteles muy cuquis.
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Y cuando te plantas en la tienda y le dices a la pastelera que quieres una tarta para tu boda te dice que no te la hace, porque no hace tartas para bodas gays basándose en sus principios religiosos.
Pues eso es lo que les pasó a Rachel Cryer y Laurel Bowman, una pareja a la que Melissa Klein discriminó a la hora de hacerles una tarta para su boda. Para ella y su marido, Aaron Klein, los homosexuales son clientes como cualquier otro pero hacer una tarta para una boda homosexual era contrario a sus creencias religiosas que estipulan que el matrimonio es una unión sagrada entre un hombre y una mujer. ¡Feliz Siglo XV!
Rachel y Laurel: No sin mi pastel de boda
Evidentemente Rachel y Laurel no se quedaron de brazos cruzados y denunciaron a la pastelera ante las autoridades de Oregón. Porque si ya es desagradable que alguien se niegue a atenderte por el simple hecho de ser gay, imagínate lo que es decirle a una lesbiana que tu horno no está para bollos. El Gabinete de Industria de Oregón falló a favor de la pareja de lesbianas, dejando claro que se trataba de un claro caso de discriminación y que los derechos civiles de Rachel y Laurel habían sido quebrantados por Aaron y su mujer.
Además de los gastos legales y la multa impuesta (que rondan los 150.000$), el caso desató la ira de varios colectivos LGTB y entre tanto drama al final Aaron y Melissa tuvieron que cerrar su negocio, «Sweet Cakes«, además de recurrir la sentencia y comenzar un tour por todo el país quejándose por lo injusto que les parece que el gobierno les esté haciendo pasar por todo esto.
Pues ya no son tan sweet, cariña
Hace unos días, Melissa y Aaron acudían a la Values Voter Summit (una especie de convención para que los votantes más conservadore se quejen de lo mismo de siempre) y en un debate sobre el matrimonio homosexual la pastelera contaba su historia y estallaba en un amargo llanto mientras explica lo importante, significativo, bonito, precioso y emocionante que era su trabajo. Chica, hacer pasteles puede ser mucho:
El marido de Melissa explicó después que, ay pobres, las malvadas lesbianas no sólo iniciaron una campaña de acoso contra ellos, si no que también contra sus proveedores; y que aunque Melissa ahora hace algunos pasteles desde casa, su carrera se ha ido al garete. «Es una violación de mi conciencia, una violación de mi libertad religiosa«. Que no sé tú, pero hasta donde yo sé ni Rachel ni Laurel le pidieron a Melissa que no rezara mientras hacía su pastel o que sacrificara un cordero mientras recitaba el Corán y preparaba el glaseado.
Aaron y Melissa metidos hasta arriba en un pastelazo
Además aclaró que para ellos el problema no era que la pareja la formaran dos chicas (ya sabes, no tienen nada en contra de los homosexuales, tienen muchos amigos homosexuales y son bellísimas personas…) si no que no podían ofrecer su apoyo al «matrimonio«.
Sí, estamos en pleno año 2014 y aún tenemos que seguir oyendo la tontería de la palabra «matrimonio«.
Desde Estoybailando.como no le deseamos el mal a nadie. Bueno, a algunos sí. Pero a esta pareja de Oregón que vivía de hacer pasteles no. O no especialmente. Pero una cosa está clara: las leyes están para cumplirlas. Y del mismo modo que la buena de Melissa no podría haberse negado a hacer un pastel para una boda entre un blanco y una negra porque se habría considera racismo, tampoco puede negarse a hacer un pastel para una boda entre dos lesbianas. Y si lo va a hacer, al menos que tenga la inteligencia de no decir que lo hace por motivos «religiosos«; que es de ser inútiles y más sabiendo que no era la primera vez que un juez dictaminaba que la libertad religiosa no justifica la discriminación.
Como reza el dicho, la religión es como tu polla: puedes hacer con ella lo que quieras mientras lo hagas en privado.
Y lo siento, querida Melissa a la que a partir de hoy denominaré como la pastelera hetera: tu religión no está por encima de mis derechos.
