Cristina Cifuentes, esa mujer que sueña con ser diva gay, se ha quejado de que la organización del Orgullo estatal haya vetado al Partido Popular en la manifestación de este sábado. Y nosotros le decimos ¿Qué esperabas amiga?
En declraciones que recoge el diario El Mundo Cifuentes asegura que;
«Me parece mal que se vete a ningún partido si se quiere dar normalidad e integración […]Me parece una equivocación que se parta de la exclusión. Confío en que se rectifique y que se invite al PP a participar».
Y a nosotros nos da la risa, claro. Porque el Partido Popular se ha excluido solito. Hace sólo unos días unos señores del PP la liaban parda en el Ayuntamiento de Sevilla por una exposición de fotos donde salían hombres besándose porque eso «da mala imagen del colectivo» aunque ellos defienden y respetan la diversidad sexual, claro. Seguro que tienen un montón de amigos gays. Maricones no, que los maricones sólo son amigos de los de Podemos. También estos días hemos visto como en Baleares un portavoz del partido de Cifu que quiere celebrar el día del machote. Ahora, señora Cifuentes, explíquenos DE QUÉ COÑO SE QUEJA. Uno no invita a su casa a gente que le insulta, y el PP falta al respeto y a la dignidad de todo el colectivo LGTB.
No vamos a enumerar de nuevo todas las barbaridades que han dicho miembros del partido azul sobre la homosexualidad porque son tantas que no acabaríamos nunca, pero estamos muy cansados de que en nombre de la libertad de expresión se permitan tantas barbaridades. Ahora vendrán los palmeros de la presidenta, las maricas de #YosoygayydelPP argumentando que la izquierda se apropia del movimiento LGTB, que les censuramos y que no permitimos el pensamiento diferente. Y una vez más quedarán retratados como idiotas que no se enteran de nada. Va siendo hora de que algunos se quiten la venda y vean a quién le rien la gracia.
Y con este percal, presidenta de la Comunidad de Madrid lloriquea y se hace la víctima, algo que a los verdugos se les da muy bien. Los malos son los demás porque no me dejan discriminarles.
Fuente | El Mundo