¿Alguna vez un amigo te ha presentado a otro amigo y éste te ha mirado con una sonrisita en los labios que no entendías a qué venía? ¿Has ido a mandarle una foto de tu rabo a alguien por Grindr y te ha dicho que te ahorres la molestia porque ya te lo ha visto? ¿Te han escrito un «menudo pollón tienes» y al preguntar «¿cómo lo sabes?» se han puesto nerviosos y han desaparecido?
Pues mira, eso último me pasó a mí. Y creo que ahora de repente entiendo aquella conversación: alguien le enseñó una foto de mi rabo.
Justin Garcia, profesor adjunto en Estudios de Género del instituto de investigación científica Kinsey ha realizado un estudio que demuestra que estás a un paso de convertirte en la nueva Olvido Hormigos. «Sexting entre solteros en los EE.UU.: Prevalencia de los envíos, la recepción y el intercambio de mensajes e imágenes sexuales» es como se llama el estudio con el que Garcia ha querido investigar un poquito sobre el sexting (enviar guarradas por mensaje) para descubrir en qué medida la gente percibe los riesgos y beneficios de la práctica y por qué a la gente le preocupa tanto.
Para llegar a sus conclusiones, Garcia ha examinado los hábitos sextuales (me lo acabo de inventar) de 5,805 adultos solteros de edades comprendidas entre los 21 y los 75 años repartidos por todo Estados Unidos. Y el resultado no es tan exagerado como te he dejado caer antes pero sí es preocupante: un 23% de los encuestados admite haber enseñado las imágenes y mensajes guarros que sus ligues le han enviado a otras personas. Tres, en concreto, que es la media de gente a la que les enseñan lo que otros les han enseñado a ellos.
Y no te rías, maricón, porque a un 73% de los encuestados no les gusta que le enseñes a tus amigos sus fotos.
Otra de las cosas que ha descubierto Justin con su investigación es que un 21% de los encuestados suele enviar mensajes guarros; y un 28% los recibe habitualmente. Lo de enviar fotos guarras ya es menos habitual, pues según parece sólo lo hace un 16% de las personas (pero los reciben un 23%). Por el bien de vuestros cerebros aclaramos que en la muestra había todo tipo de géneros, edades y orientaciones sexuales; sabemos que si ese estudio se hiciera sólo entre hombres gays no habría números suficientes en las gráficas para establecer cuantos envían fotos de rabo porque no conozco a ningún maricón que no haya enviado alguna vez una foto de su rabo Y CONOZCO A MUCHOS MARICONES.
De hecho hace un tiempo se publicó otro estudio de la Universidad de Drexler, realizado entre 870 personas heterosexuales entre 18 y 82 años, que determinó que el 88% había enviado un mensaje guarro alguna vez. Ojo, mensaje, no foto. Así que imagínate.
Según parece lo del sexting es algo que suelen practicar más los hombres y las generaciones más jóvenes. Y menos mal, porque imagínate lo que puede ser explicarle a tu madre cómo enviar una foto guarra a tu padre. Aunque ya te digo que puede que en realidad sea al revés porque parece que los hombres están 1,5 veces más dispuestos a enviar fotos guarras. Y sí, los hombres son más propensos a enseñarle los mensajes y las fotos a terceros que las mujeres (a las que además les molesta más que lo hagas).
Según el estudio de Justin Garcia, el sexting suele ser más habitual entre parejas (por pareja se entiende personas que tienen una relación, no el que cambia de novio cada 8 horas como si fuera la toma de un ibuprofeno) y se suele utilizar como una forma de flirteo o precalentamiento sexual. «Para algunos el sexting puede tener un resultado positivo como un incremento en la intimidad con la pareja o en la satisfacción» explica Garcia en la nota con la que he presentado el estudio, pero no todo es tan bonito: «para otros los resultados pueden ser negativos, como una bajada en la auto-estima o daños en la reputación. Pero el riesgo real no es enviar mensajes o fotografías sexuales per se, sino la distribución no autorizada de ese material a otras personas.»
Los resultados del estudio, según Garcia, sirven para comprobar que el sexting es una práctica cada vez más habitual (casi uno de cada cuatro americanos -que no son tan diferentes a nosotros- lo practica habitualmente) y por ello hay que empezar a preguntarse qué hacemos con aquellos que rompen la intimidad de la práctica y ENSEÑAN (que no reenvían) los mensajes y las fotos a otras personas: «¿Es una cuestión de mal gusto? ¿Es un acto criminal?»
Querido Justin Garcia, en mi caso puedes estar tranquilo porque mi pene lo ha visto ya media Barcelona. Es un pene. La mitad del mundo tiene uno. (Aunque, he de decirlo, el mío es muy bonito y estoy muy contento con él).
Fuente | Queerty