La serie LGTBI emblema de Ryan Murphy vuelve en su segunda temporada más reivindicativa que nunca
Una de las series que más disfruté el año pasado fue Pose, la nueva creación de Ryan Murphy y Brad Falchuk (Glee, American Horror Story, Scream Queens) que narra, en resumidas cuentas, las aventuras y desventuras de un grupo de personas LGTBI afroamericanas y latinas pertenecientes al mundo de los ballroom: los eventos de baile voguing donde esta parte clave del colectivo se refugiaba de una sociedad muy poco amigable durante la segunda mitad de la década de 1980, creando toda una subcultura de la que Madonna se “inspiró” para su single Vogue. (Pondría aún más comillas, pero quedaría feo).
(Y a partir de aquí SPOILERS del tamaño de la catedral de Burgoes, maricón, que no digáis luego que no se os avisa. Si no habéis visto la serie, estáis tardando).

Vogue de Madonna es precisamente un personaje más del primer capítulo de esta segunda temporada, que se estrenó en HBO España el pasado martes. El tema, estrenado en 1990, sirve como motor de motivación y fuente de optimismo para la protagonista principal de la serie, Blanca, la madre de la casa de Evangelista, a la que no le acaban de dar muy buenas noticias sobre la evolución de su infección de VIH. A la pobre la tiene loquita el éxito de Vogue, por lo que entiendo, en parte, que una mujer transexual latina con VIH no sea capaz de ver cómo se blanquea a cascoporro y sin miramientos toda la subcultura de la que es parte, para re venderlo con lacito y papel de regalo cuqui a la cultura de masas especialmente blanca, cis género y heterosexual. (También porque el tema de Madonna lo he bailado yo, tú y la vecina del quinto en la discoteca y en casa mientras planchamos ayer, hoy y siempre).
Con Pose siempre he tenido sensaciones encontradas a la hora de dar con un tono para su narración. Por un lado, y en apariencia, resulta una serie algo blanca y blanda, marca de la casa Murphy… de ahí esa oda al Vogue de Madonna tan propio de Disney Channel y que desentona igual que La Pelopony en el Liceo. Pero ese tono crea un contraste interesante con su cara más seria y comprometida (por no hablar de su divertidísimo sentido del entretenimiento, que copa absolutamente todas sus secuencias de las ballroom). Una cara con la que parece presentarse más decidida que nunca en este primer capítulo de su segunda entrega.

El título del capítulo ya lo deja todo clarísimo: Acting Up. Casi como si fuera una versión Hacendado de la grandísima 120 pulsaciones por minuto (que también DEBÉIS VER para que os convaliden el 70% de las asignaturas del título de Persona LGTBI Grata), la serie introduce en la trama el activismo para la lucha contra el VIH y el sida, a través de la introducción de uno de sus personajes insignia en la organización Act Up, grupo que durante la pandemia organizó muchísimos actos de acción directa y de protesta para conseguir atención y legislaciones más favorables para los millones de personas infectadas, mayoritariamente invisibilizadas por las autoridades y los medios de comunicación hasta ese momento.
Era inevitable que el camino de Pose pasara por senderos tan oscuros como los que se entrevén en este capítulo, dada la época en la que está ambientada, y especialmente tras los dramas y comedias por los que sus personajes pasaron en la primera temporada. Y se avecina aún más drama que comedia en esta nueva tirada de episodios, por lo que el gasto masivo de Kleenex va a ser importante por nuestra parte.
Pero, si esto trae consigo activismo y visualización de una parte tan importante y negra de la historia de nuestra comunidad (y ya no solo en relación al VIH y al sida), que sea bienvenido el drama. El silencio equivale a la muerte (como reza el epílogo de Acting Up), y Pose ha vuelto para romper silencios, machacar tabúes, y recordar en definitiva sucesos y personas que no deberíamos olvidar, en una época que nos ha tocado vivir en la que damos por sentadas mogollón de cosas que, en cuestión de muy poquito tiempo, podrían arrebatarnos y hacernos volver a la casilla de salida.