Antes de empezar quiero advertir que todo lo que voy a decir a continuación lo voy a hacer desde el rencor y el odio más profundo. ¿Por qué? Porque yo pertenezco a esa generación que creció a la vez que crecía Alaska. A esa generación que la vio nacer con Kaka de Luxe, que epató cuando asistió al estreno en cines de Pepi, Luci y Bom y que La bola de cristal ya le pilló con pelambrera en el coño tesorito.
Sí, señores. Soy de esa generación que creyó en Alaska, en todo lo que hizo, en todo lo que defendía y en todo lo que apoyaba. Porque en aquel momento Alaska era más que una simple cantante. Fue la musa de la modernidad que despertaba tantos odios como admiraciones. El colectivo LGTB la adoptó como icono del movimiento y ella, muy inteligentemente, lo aceptó. Durante muchos años esa relación entre Alaska y el colectivo gay fue tan intensa que al final no se sabía quién era más maricón.
Apoyo mutuo que dio más visibilidad al colectivo gay y, por supuesto, más alas a los éxitos de la cantante. Que ya se sabe que las maricas cuando nos lo proponemos metemos hasta a Morralla Carey en el billboard internacional.
Pero ahora a todos aquellos que la ayudamos y la apoyamos comprando sus discos aunque cantara como un grillo más o menos bien (nos fascinaban las letras de Berlanga, eso sí), ahora nos llama nostálgicos. Dice que nos hemos quedado anclados en el pasado. No, mona. No es nostalgia. Es que tú en aquella época ibas de un palo y ahora vas de otro muy diferente. Que nos has engañado a todas.
Y claro, ahora ella está a otro nivel. Así que, como insultándonos, como mirándonos por encima del hombro en plan travesti radical, nos dice que nosotros no hemos evolucionado y ella sí. Y sí, ella ha evolucionado muchísimo, sobre todo en aprender a hacer dinero, en arrimarse a quién conviene para amasar más, y en operaciones de cirugía estética. En eso nos ha ganado a todas tenemos que admitirlo (primer gol).
¿Pero por qué parece que no soy la única que odia a Alaska? (y no digo Fangoria porque la otra señora está un poco ida, tampoco sería nada sin la otra y dice muchas tonterías).
Pues parece que hay más gente que odia a Fangoria Alaska porque ha vuelto a hacer unas declaraciones que han levantado ampollas. Esta vez ha sido sobre las hipotecas y seguramente ya habrás visto cosillas por las redes sociales. Porque ya sabemos cómo funciona Fangoria Alaska: Ella saca disco y, para venderlo, nos sorprende con alguna declaración super polémica para que todas, servidora incluida, empecemos a ponerla a caer de un burro y así se hable de ella y venda más discos. Y en esto hay que reconocer que también nos ha ganado la batalla (segundo gol). Porque ella repite la misma estrategia una y otra vez, y las demás caemos como imbéciles en volver a ponerla de vuelta y media. Y ella a forrarse más. Y que si ahora un Salvame de Luxe, que si ahora un reality, que si ahora, además, me opero algo…
Porque además de declaraciones polémicas también ha cometido actos polémicos, como colaborar en la radio de ese amiguito suyo llamado Federico Jiménez Losantos. Ese amiguito tan fascista, ese que saldría a la calle con un rifle a asesinar a políticos de Podemos, pero que Alaska dice que es un tío super íntegro, que dice lo que piensa, sin dobles intenciones, que él ese así y así seguirá, nunca cambiará. Y desde luego que tanto el uno como la otra dicen lo que piensan. Aunque sea para decir auténticas barbaridades, hacer apología de la violencia o humillar o despreciar al más débil. Por lo visto para nuestra amiguita de nombre gélido todo vale para vender discos, todo está justificado.
Pero sigamos poniéndola verde:
Si una analiza a Fangoria Alaska desde aquello de “Hagamos algo supercial y vulgar” a esto último de “soy una curva, un cuadrado y una tetera esfera” se da cuenta que engañar no nos ha engañado demasiado. Tonterías ha hecho y sigue haciendo. Ahí hay que reconocer que tampoco nos ha tomado el pelo (tercer gol). Nos dijo que haría superficialidades y la verdad es que no ha parado hasta el día de hoy.
Lo malo es cuando esas superficialidades las sacas del disco y las vomitas en entrevistas. Que en los 80’s molaba mucho eso de ir de contra cultural aunque cantaras una mierda para luego soltar por esa boquita alguna burrada que escandalizara mucho. Pero claro, los 80’s pasan y una tiene que empezar a demostrar que además de postureo hay algo más. Y más cuando el alma del grupo ya no está.
Y bueno, Fangoria Alaska ha tenido sus momentos buenos, mejores, pero lleva ya más de una década haciendo tributos a Camela que ya resultan un tanto cansinos.
¿Y por qué hace eso?
Porque necesita seguir haciendo dinero. Y como me ha pasado a mí, ha perdido a un montón de sus antiguos fans. Así que no tiene más remedio que ir a por las nuevas generaciones del PP.
¿Y cómo las consigue?
Pues como los neofans crecieron con Xuxa ella se ha embutido en vinilos negros pero con menos flecos para que la cosa les resulte familiar. Ah, y luego se ha casado en Las Vegas con un señor que parece una señora, que las neofans encuentran muy divertida porque es analfabeta graciosa y les recuerda mucho a Belén Esteban pero en moreno.
¿Y musicalmente que hacen?
Ella tener su grupo y su señora otro. Así toman el pelo se forran por partida doble.
¿Pero qué tocan?
Ah, cualquier cosa que repetida más de dos veces se te quede clavada en el cerebro. Repetir y machacar se lleva mucho.
¿Pero qué le ve la gente que no llega a los 30 a una señora que va a cumplir 53, que se peina como Carmen Lomana y se pinta los ojos como un mapache?
¡Es super petarda! ¡Es divina! ¡Es usted un sueño! ¡Una diosa! ¡Señora! ¡Brava!
Eso es lo que ven. Les parece lo más. ¿Por qué? Porque le molan sus canciones y tararean sus estribillos. Ya.
Es que Alaska es al show bussiness lo que Rajoy es al PP: No oculta lo que es, pero se esconde tras un plasma para decir salvajadas porque así nadie le puede partir la cara. Y eso a la nuevas generaciones les parece super transgresor, pero a las viejas nos resulta cobarde, falso, hiriente y nos sienta como una patada en el coño potorrete.
Y a ella no parece importarle. ¿Por qué?
Porque ella va donde huela a dinero.
Lo que siempre soñó. Y aquí tampoco mintió (cuarto gol).