Lo reconozco. Tenía mucho miedo del regreso de la Pantera de Figueras. Y cuando digo regreso quiero decir que para mi ella se esfumó cuando acabó Madame Noir. Sus apariciones televisivas me dan una pereza infinita y habían hecho de ella una maruja insufrible. Así que tras tantos años de espera, y una cosa llamada 4.0 que todos queremos olvidar, su esperada ópera rock, Lubna, podría ser una obra de arte o un desastre de proporciones cósmicas.
Y al menos Jamás, el primer single, me ha sorprendido para bien. Tras el destrozo rockero que Pepe Herrero hizo de los temas clásicos de la señora, en esta ocasión se ha comportado y ha conseguido una canción que sólo puede calificarse de ÉPICA. Vale, sí, todo lo que lleve una orquestación tan grande, un coro de tropecientas voces y una señora haciendo gorgoritos nos suena a épico, pero esa es la Naranjo: EXCESIVA.
Y Jamás es excesiva por todas partes. Desde la voz de la diva, que aquí luce mejor que nunca, hasta la historia que cuenta: el dramón de una madre que pierde a su hijo y que parece enfrentarse a la mismísima virgen en un tono claramente desafiante. Chúpate esa Marta Sánchez. Y de paso, chúpate esa Malú. A pesar de que a primera vista la canción carece de las metáforas a las que nos tiene acostumbrados menos en Diles que no hay que verla en su conjunto: es una capítulo dentro de una obra con línea argumental. Así que habrá que ver de dónde viene y a dónde va, pero me da a mí que todo va a tener bastante más chicha de lo que parece. Bueno, igual no, que si hay alguien capaz de levantar las mayores expectativas para luego no cumplirlas, esa es Mónica Naranjo.
En repetidas ocasiones ha dicho que Lubna podría ser su último trabajo, y no sé si será cierto, pero estoy seguro de que este single explica muchas cosas de su discografía. Por ejemplo: ¿A dónde iba el taxi sin importar la dirección? Pues al hospital del niño de Lubna. Y el dichoso niño es aquel del fen mi niño fen. y probablemente el crío sea marica y aquello de»entender el amor» era lo que le decía su madre al darse cuenta de que perdía aceite. Ahora por fin, todo encaja.
Por otro lado, la Naranjo, en esa sencillez que le caracteriza, vuelve a asombrar con sus distintos acentos como el argentino («se yenó de inquietud») el mexicano («el niño asul») o esa «D» pronunciada «T» («mi mitat»). En definitiva, un tema Naranjo 100% que reventará los tímpanos como todos queríamos: agudos y más agudos. ¡Queremos más! ¡Queremos más! Además, ¿no sería maravilloso responder a todo con un Jamás como el de la Naranjo? Imagínate, tú con una amiga:
- ¿Vienes al cine?
- ¡Jamás!
Así que sólo puedo concluir que Jamás es un temazo. Y punto en boca. ¿El único defecto? El videoclip, pero esa es otra historia…
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