Hace unos meses iba yo con una amiga paseando por el gayxample y entre risas, cigarros y algún que otro grito desgarrador de esos tan nuestros, me miró y me dijo: «Voy a grabar un single«. Los que me conocéis sabéis que yo no soy muy de emocionarme, así que no puedo decir que salté de alegría le di un abrazo y le dije que avisara al Mígue para que le comprara la maleta. Pero no porque no me hiciera ilusión, que me la hacía. O porque no creyera que podía ofrecer un buen producto, que lo creía. Si no hice estallar un tubo de confetti en mitad de la calle Diputació fue, básicamente, porque no llevaba ninguno encima sabía que sacar un single era el paso lógico en la trayectoria de Igory Kingdom.
Los que no sois de Barcelona probablemente no tenéis mucha idea de quién es; seguramente porque a los de Barcelona nos cuesta vendernos fuera de nuestra ciudad o porque a los de fuera de Barcelona (en general) os da un poco igual lo que hagamos aquí. Pero Igory lleva mucho tiempo trabajando en un montón de fiestas de Barcelona, promocionando su trabajo y el de los demás, liándola donde le dejan y marcándose un estilo que le hace tener algo que no todos tienen: una diferencia.
Portada de Addiction, diseñada por Ismael Álvarez
Por eso no me sorprendió escuchar Addiction por primera vez. Porque sabía que tanto ella como Maximilian G., el co-autor del tema, iban a ofrecer algo que no tendría nada que ver con lo que otras artistas similares (sí, estoy pensando en travestis) estaban haciendo. Porque conozco las filias y fobias de cada uno y porque sé que Igory no se iba a conformar con un tema bailable y pegadizo pero con la personalidad de una patata. De hecho me alegré al comprobar que Igory y Maxi habían conseguido algo totalmente necesario: dar a luz a un nuevo estilo musical. El electrozorreo.
Seguramente Addiction no te entre a la primera. Ni a la segunda. No es su intención. Pero tranquilo porque lo acabará haciendo. Porque aunque las estrofas no sean excesivamente pegadizas, el estribillo engaña. Y para cuando quieres darte cuenta eso que crees que no vas a aprenderte nunca se te ha pegado y ya te has puesto la canción en repeat y estás coreándolo como una tonta. Sí, también vas a acabar gritando el Don’t You Pull My Ponytail. La producción de Maximilian G. es tremendamente elegante, dotando al tema de personalidad, con una base entre lo sensual y lo épico que ofrece un sonido que no destacaría en nada si el tema viniera de U.K. pero que suena muy refrescante en una canción forjada aquí. Y no te dejes engañar por la aparente tranquilidad de Addiction; es como un guepardo agazapado esperando a cazar a su próxima presa: tranquilo, paciente, sibilino… de vez en cuando enseña los colmillos y al final se lanza a por su presa (que es justo lo que pasa después del middle-8).
De hecho lo que hay después del middle-8 es tan genial y tan reminiscente del pop más molón de gente como Stuart Price que es imperativo un edit de la canción con esa producción durante cuatro minutos completos. Lo que hace genial a Addiction es que no es una canción condescendiente. No quiere sonar en todas las fiestas, no quiere sonar en todas las discotecas; quiere dar un manotazo sobre la mesa y dejar claro que no todo el mundo tiene que hacer lo mismo (por muy divertido y fantástico que sea). Addiction es, para ser más claro, esa canción que se acaba convirtiendo en un clásico de tus chills y a la que, al final, te vuelves adicto.
El vídeo, dirigido por Salva Musté (a este paso le vamos a tener que dedicar una sección propia en esta web) está rodado en el Hotel Axel de Barcelona y entre cambio de vestuario y cambio de vestuario, Igory se da un homenaje con unos cuantos chulos (entre los que hay más de un #FollaOnFriday…).